¿Trastorno de la Audición, o trastorno de la ansiedad?: Hiperacusia, Fonofobia y Misofonía

Hiperacusia, Fonofobia, Misofonía, ¿son trastornos de la audición, o trastornos de la ansiedad?
Hiperacusia, Fonofobia, Misofonía, ¿son trastornos de la audición, o trastornos de la ansiedad?

Hiperacusia

La hiperacusia es un trastorno auditivo productor de una disminución de la tolerancia a sonidos normales y naturales del ambiente. Fisiológicamente, la hiperacusia es una pérdida del rango dinámico del oído, entendido este último como la habilidad del sistema auditivo de manejar aumentos rápidos del volumen del sonido. Quien padece de hiperacusia, observa que los sonidos habituales se convierten en altos o dolorosos y hasta intolerables. La hiperacusia tiene tratamiento consistente en el uso de generadores de sonido o hacer escuchar a los paciente grabaciones sonoras, en particular combinaciones de sonidos en bandas amplias. El tratamiento comienza con la utilización de niveles de sonido casi inaudibles a diario y durante periodos largos que se incrementarán progresivamente hasta desensibilizar el oído consiguiendo una tolerancia normal al sonido. Paralelamente habrá que realizar tratamientos del estrés y de trastornos del sueño, contribuyendo a mejorar la capacidad para tolerar la hiperacusia.

Fonofobia

La fonofobia es una condición mental, un desorden del comportamiento, donde el paciente tiene un miedo extremo (fobia) a ciertos sonidos que ellos asocian a algo malo, y como resultado de estos pensamientos erróneos, perciben los sonidos mucho más intensos de lo que son. 

Misofonía

La misofonía produce una sensación de disgusto en la persona que lo padece al escuchar determinados sonidos que producen los demás. Sonidos como masticar, tragar, sorber o comer se hacen insoportables para quienes presentan misofonía, y en los casos más graves la situación se vuelve tan insoportable que se pueden presentar comportamientos de ira o violentos. La misofonía no se trata de una fobia, por lo que no tiene una causa psicológica, sino neurológica, pero en su tratamiento sí pueden ayudar terapias psicológicas. El problema que presenta esta enfermedad, que aparece al final de la infancia pero se agrava con el tiempo, es su difícil diagnóstico y la falta de un tratamiento adecuado. De hecho hasta hace bien poco no había sido catalogada como enfermedad.

 

 

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