Como os hemos contado anteriormente, la pérdida auditiva puede estar asociada al deterioro cognitivo. Y esta afirmación está avalada por diversas investigaciones científicas. Nosotros los audiólogos, como profesionales sanitarios, ¿qué necesitamos saber sobre este riesgo y qué papel podemos desempeñar en la toma de conciencia de esto?
Todos sabemos que oír es importante. Fundamentalmente, es una de las 5 entradas sensoriales principales.
La audición permite nuestra conexión con el mundo a través de la conversación, la música y los sonidos ambientales.
Cuando perdemos nuestra audición, corremos el riesgo de perder estas conexiones.
La pérdida auditiva relacionada con la edad es una preocupación creciente. La Organización Mundial de la Salud informa que 1/3 de la población mundial mayor de 65 años tiene pérdida auditiva.
¿Por qué es esto una preocupación creciente?
En primer lugar, todos sabemos que la comunicación es la piedra angular de la conexión, y una parte fundamental es oír. Hace tiempo que se sabe que la pérdida auditiva sin ayuda auditiva puede aumentar la probabilidad de desconexión social y la mala calidad de vida. En segundo lugar, hay datos crecientes de que las personas con pérdida auditiva tienen un mayor riesgo de deterioro cognitivo y demencia coincidente. La demencia es un desafío global con 47 millones de personas que sufren demencia en 2015, y se espera que este número se triplique para 2050 y, por lo tanto, existe un gran impulso para identificar los factores de riesgo a lo largo de la vida.
¿Qué tiene que ver la pérdida auditiva con la demencia?
La conciencia de la relación entre la pérdida auditiva y la demencia es relativamente nueva. Los estudios de investigación demuestra que incluso aquellos con pérdida auditiva leve tienen un mayor riesgo de desarrollar deterioro cognitivo o demencia en comparación con los normo oyentes. Se ha sugerido que la privación auditiva de la pérdida de audición resulta en una carga cognitiva más alta, lo que puede aumentar la susceptibilidad de las personas al deterioro cognitivo.
Otras teorías propuestas son que hay alguna vía causal común con otras etiologías que conducen al desarrollo de la demencia. Las vías propuestas se resumen en la Figura 1.
Figura 1. Posibles mecanismos que relacionan la pérdida auditiva y el deterioro cognitivo
Reducir el riesgo es posible
Un informe reciente en The Lancet, de Livingston et al., Identificó la pérdida auditiva como el mayor factor de riesgo modificable para la demencia en la mediana edad. El reconocimiento de este riesgo motivará a las personas a ser más proactivas con respecto a su salud auditiva, con el objetivo de crear un movimiento para reducir el impacto global de la pérdida auditiva.
Es realmente importante que las personas entiendan que el mantenimiento de la comunicación social es parte integral del envejecimiento saludable, y que los audífonos pueden ayudar significativamente con esto.
Un artículo de Barbara Timmer, investigadora de la Universidad de Queensland, analiza el impacto de la pérdida auditiva leve y por qué no debe descartarse como inevitable. En esta revisión, Barbara enfatiza que la audiometría por sí sola no debe confiarse para determinar si se deben recetar audífonos. Más bien, que una medida real de la pérdida auditiva de alguien radica en un autoinforme de cómo experimentan su audición. Esto significa que las pérdidas leves no deben descartarse a la hora de recibir ayuda auditiva, si esta afecta a su calidad de vida.
(Leer artículo: Más allá del audiograma)
Tres formas en que los profesionales sanitarios podemos marcar la diferencia
- Brindar una comprensión más holística sobre el impacto cognitivo y social de la pérdida auditiva para que le paciente sea más proactivos con respecto a la pérdida auditiva. Cuanta más información se ofrezca, más poder tiene el hipoacúsico para tomar una decisión informada sobre su salud auditiva.
- Reducir el estigma al ilustrar los audífonos como una herramienta poderosa para permitir una mejor calidad de vida, sin duda habría menos resistencia al proceso, así como una reducción en el tiempo entre el diagnóstico y la acción.
- Aumentar la conciencia sobre el impacto que la pérdida auditiva puede tener en la calidad de vida, así como los supuestos factores de riesgo, podrían reducir las barreras incrementando el paso a la acción, reduciéndose el número de personas que viven con pérdida auditiva sin ayuda.
Si los profesionales ayudamos a comprender los beneficios de oír bien, podemos facilitar un envejecimiento saludable y permitir un gran disfrute de los 'años dorados'.
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